martes, 22 de agosto de 2006

San Andres

El diccionario de la Real Academia Española define a la masculinidad como relativa a lo masculino. De masculino dice: “dicho de un ser : que posee órganos para fecundar” y “varonil, enérgico”. Para terminar, decidí buscar el significado de varonil, para aclarar un poco el concepto. La definición lo dice todo: “Relativo al varón. Esforzado, valeroso y firme.”
¿Es eso lo que se espera de un hombre? ¿Qué sea esforzado, valeroso y firme? Podría seguir buscando el significado de dichas cualidades, pero creo que apuntan a una misma idea. La masculinidad no tiene definición clara, aparte de referirse al género masculino. Es una construcción social y no tiene un formato fijo.
El mundo evoluciona, sin embargo algunas cosas no cambian por completo. A pesar del cambio que ha sufrido el rol femenino en el ámbito laboral, todavía se espera de los hombres que sean los proveedores principales de sus familias y que antepongan su carrera a la familia en su lista de prioridades. No se espera de ellos que trabajen en profesiones de vocación social o humanitaria pero se les permite delegar en las mujeres la responsabilidad del trabajo doméstico y del cuidado de los niños.
Las desigualdades de género existen desde el principio de los tiempos en todos los ámbitos y culturas. La noción de los hombres como sustento de la familia aún está profundamente arraigada y es fundamental en la forma en que los hombres construyen su identidad. La idea de que los hombres gobiernan sobre las mujeres y de que los hombres de más edad gobiernan sobre los más jóvenes sigue vigente. Más allá de la opinión personal de cada uno, es innegable que hoy más que nunca las mujeres salen a trabajar y en varios casos además de barajar las tareas domésticas con las laborales, son la fuente principal de ingresos del hogar.
Las ideas inducidas sobre la masculinidad no sólo son obra de la sociedad sino también de la familia, sobretodo en la infancia, cuando el niño tiene como única comunicación con el exterior del núcleo familiar las opiniones y puntos de vista de las personas interiores a dicho núcleo.
La transición entre la niñez y la adultez está repleta de dilemas. Los hombres aprenden, asimilan, se les imponen o rechazan ciertas conductas de acuerdo con lo que se espera sea su rol en la sociedad. Durante la infancia se los educa para la perpetuación de la especie, lo cual convierte la adolescencia en una instancia de verificación de cuán hombre son. Hay que demostrar su hombría de cualquier manera. Su identidad se construye desde la diferenciación y la desvalorización de lo femenino, de ahí que valoren el trabajo familiar o doméstico como inferior.
No hay duda alguna de que muchos hombres temen que su masculinidad vaya a quedar en entredicho si hablan demasiado acerca de sus sentimientos. A medida que los hombres socializan, sus emociones y sentimientos disminuyen. A esto se suma el temor y la ansiedad que los hombres en general pueden sentir frente a otros hombres: “todos los demás hombres son mis humilladores potenciales, mis enemigos, mis competidores”. Es con esos hombres que tienen que competir, y a ellos les deben demostrar su masculinidad. Al tocar el tema de la competitividad sale a flote el machismo. La competencia con otros hombres, y la superioridad y el dominio sobre las mujeres son componentes centrales en los hábitos de un machista. La demostración de fuerza física frente a otros hombres es vital, así como la relación entre sexualidad, poder y conquista. La auto-estima de un machista está relacionada con el dominio y la explotación de las mujeres. El machismo también está relacionado con las posturas corporales y con el aspecto, el modo de hablar, de caminar y de sentarse de un hombre. La masculinidad es una demostración y una prueba constante de las demandas externalizadas y nunca puede garantizarse suficientemente. El hombre siempre sentirá la necesidad de demostrar a los demás y a si mismo su masculinidad.
A menudo la agresividad, la insensibilidad son consideradas virtudes si son hombres los que las poseen. Éste es el modelo machista. El que estipula condiciones que en suma son inalcanzables para la totalidad de los hombres.
No está mal ser sensible. No está mal demostrar los sentimientos. No está mal compartir la crianza de los hijos. No está mal ser conciliador.
Está en cada uno decidir qué demostrar a los demás y de qué modo hacerlo. Pero sería conveniente replantearse un momento cuánto se relega, cuánto se deja a decisión del qué dirán, a cuánto se está dispuesto a renunciar para demostrar algo que sólo a nosotros nos compete.
Está en cada uno saber qué cosas nos hacen hombres. Y una vez que eso quede claro podremos pasar al siguiente paso. La búsqueda por ser buenos hombres.

Notese que al ser la revista del colegio no puedo emplear terminos que me gustaria incluir, ni incursionarme en charlas sobre discriminacion, homofobia y demas falencias machistas.. Tal vez lo reescriba como podria ser si no hubiese censura.. no se.. seguramente no lo haga.. =¬)




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Oh, mi ninia escritora, ehm,. si q se yo, te daria mi opinion sobre la masculinidad, pero masomenos coincido, obviamente hay casos y casos pero la mayoria es asi... y, mmm, nose...
te amo
te amo mucho
te amo muchooo
mi vida mi sol
nunca me faltes
sos lo mejor q tengo...
.: te amo :. .: ^-^ :.



.: F ë R :. ...::::>>>>>

Prometeo della Sierra dijo...

Soy bien macho loco y me la re banco!








mamá haceme la leche!



Raro ver tantas fotos, un poco marea.